Ritmos de Gaia: Equinoccio de Otoño

Autora: Susana Ortega, exploradora incansable de mundos invisibles. Contadora de historias y viajera en el tiempo.

Autora: Susana Ortega, exploradora incansable de mundos invisibles. Contadora de historias y viajera en el tiempo.

Poco a poco la luz del sol va bajando de intensidad, los objetos tornan a tener un volumen, sus colores son más intensos y los sonidos y canciones que provoca el verano se van apagando con la llegada del bello Otoño.

El equinoccio de Otoño marca un momento de transito o paso, nos hace llegar a modo de fotografía, una visión fugaz y momentánea del equilibrio en el exterior, solo es ese instante en el que el tiempo de luz se iguala al de oscuridad en la tierra. El verano se acaba y hemos de volver a la vida diaria, hemos de pautar un ritmo a nuestro cuerpo para que se acompase con el de la natura.

 Cuando llega el otoño siempre estamos algo pasado de vueltas (no lo niegues por que siempre sucede)  demasiados planes por delante para una nueva temporada yendo en la contra de lo que el ciclo de la naturaleza nos pide. La tierra sugiere  que nos acompasemos a ella, que nuestras noches y descansos empiecen a ser más largos, que hagamos un cultivo interior de nuestro ser y que nos centremos para saber aquello que en realidad queremos.

 Desde siempre el hombre se ha preparado para el equinoccio de Otoño, la purificación del cuerpo de los excesos del verano o desintoxicación otoñal, sirve de preparación para invierno, siendo clave. La energía yan o masculina va menguando y la energía yin o femenina va cobrando cada vez mas fuerza. Todo lo relacionado con lo femenino como  la quietud, la receptividad, el cuidado, el mimo o la intuición va cobrando un protagonismo.

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 El equinoccio de Otoño, que marca la igualdad entre el día y la noche, nos ofrece un guiño para que nos ajustemos y reequilibremos. De alguna manera siempre añoramos la sensación de equilibrio tanto corporal, como mental o emocional, queremos actuar de una manera ecuánime y centrada. Sin embargo este “equilibrio” es algo engañoso, pues en realidad siempre estamos en equilibrio, nuestros desajustes siempre son compensados por medio de una acción en el otro lado del cosmos, y volverá a nosotros un tiempo después como consecuencia directa de nuestro acto realizado.

 Aunque siempre estamos en equilibrio, sin embargo pocas veces nos sentimos equilibrados.

 El equinoccio de Otoño es un momento de invocación de diosas de la naturaleza (Cibeles, Gaia, Bamba, Demeter… o incluso de Isthar) aquellas que nos traen al momento presente y que nos muestran el agradecimiento por lo que tenemos, a la vez que piden un retiro para recuperar nuestra energía. Cualquier cosa que hagamos con este fin nos vendrá  bien, así sea un paseo pisando las hojas otoñales de los árboles, mirar la luna llena o un fin de semana en un balneario disfrutando de un descanso en el agua; todas estas pequeñas acciones nos ayudaran para volver al ritmo otoñal que Gaia alimenta.

 En la naturaleza se recogen los frutos silvestres y es el momento  preciso de recolectar y atesorar en el alma los pequeños regalos que nos ha ido otorgando el año. El estío se termina y es el momento de ir cerrando nuestro ciclo anual pues hemos de preparar nuestro interior para el ciclo que comienza.

 En este momento nos vemos envueltos en la vuelta a la rutina del trabajo, actividades, estudios y planificación del “curso escolar”, pero hemos de darnos cuenta que ya no hemos de volver al colé, y que no nos tenemos que planificar como si fuéramos autómatas. El otoño nos pide un tiempo para nosotros mismos, relajación, asimilación del verano y de todas nuestras aventuras, una unión con el alma y profundidad para llegar a nuestros verdaderos sentimientos. Es el momento de bajar a nuestro inframundo, de cruzar el velo, de sentir nuestro ser, de entrar dentro con conciencia y alinearnos con nuestros verdaderos anhelos. Es el momento de parar y no dejar que la vorágine de la “civilización” nos envuelva, sino que nos reconectemos con nosotros mismos para ser mas nosotros.

 Con esta idea de volver a nosotros comenzamos la época más bonita del año, el otoño, sin perder de vista que no hemos de buscar un equilibrio por que siempre estamos en el, sino que hemos de caminar equilibrados con los anhelos de nuestra alma y nuestro ser.

© Susana Ortega

www.viajessagrados.com

Rueda del Año celta

 

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