¿Qué te convierte en un buen peregrino? | El Camino de Santiago

Peregrina Camino.png

 

Autora: Susana Ortega, exploradora incansable de mundos invisibles. Contadora de historias y viajera en el tiempo.

Hace mucho tiempo que no escribo, puedo resumirlo todo en esta frase “no estaba inspirada para escribir”. A veces me apetecía, pero la fiebre de la escritura, aquella que nace como un torrente y, se desboca como un caballo salvaje, no estaba ahí. Y ahora, lentamente, parece que borbotea de nuevo.

Este verano he realizado el Camino de Santiago y, me ha enamorado. Todo lo que sabía sobre El Camino, ya fuera por libros, películas o peregrinos, no era nada, comparable con lo que sentí al caminar hacia Santiago. Por más que me habían contado, por más que me habían dicho, lo imaginado no esbozaba, ni apenas ligeramente, la Realidad del Camino. 

Decidí embarcarme en el Camino sola. Necesitaba un tiempo de sanación profunda, de reconexión con la Tierra, con la Vida y con el propósito de mi existencia. Esta necesidad, en realidad, era una combinación entre convicción interna y llamada. 

Y, ¿Qué me llamaba de El Camino de Santiago? El mismo Camino.

 

El Camino de Santiago

Simbolo Camino.png
 

Hace mucho tiempo que la Tierra no me llamaba para mí.  Me explico, sentía que me llamaba por mi trabajo para conexionar lugares y personas, para potenciar vidas, para percibir sus energías transformadoras. Y, aunque había una primera vez, un primer viaje, que era para mí. Cuando viajaba, mi viaje siembre tenía un objetivo, como el de preparar un viaje posterior, o la realización prácticas grupales en comunión con el impulso de Gaia. Ya hacía tiempo que mi alma añoraba viajar sin un fin concreto, sin ese “para…”, simplemente por IR, por estar.

En mi cabeza, la famosa frase de Stevenson (escritor de la Isla del Tesoro) “Yo no viajo por ir a alguna parte, sino por IR, por el hecho de viajar”. 

Esta frase simplifica la necesidad de mi alma justo antes de iniciar EL CAMINO: VIAJAR por VIAJAR, por moverme, simplemente por IR.

Una recomendación que se realiza para embarcarse en El Camino es la preparación, física y mental para poder realizarlo. Antes de este verano, aunque hacia una pequeña rutina de ejercicio diario, no tenía el hábito de andar. Era un Handicap, pero mi mente no se detuvo por ello. Simplemente pensé, si me canso… regreso.

Es gracioso como ahora he incorporado el hábito de caminar diariamente y, no hay día que camine, no una hora, sino dos :)

Susana Santiago.png

Lo planteé en mi casa, mi madre se preocupó y mi hermana Inma, que ya ha hecho más de un camino, me sugirió que me lo tomará con calma, y me dió muchísimas recomendaciones. La principal que comenzará en Sarria, hacer los últimos 100 kilómetros. También recibí por su parte consejos sobre la mochila, las zapatillas, los albergues, el no reservar… consejos a los que debí prestar más atención. (nota mental: un post sobre consejos del camino sería interesante)

El gusanillo del Camino estaba ya instalado en mi mente y corazón; simplemente seguí el impulso. 

Me desplacé a St Jean Pied de Port, para comenzar ¿por qué quise empezar en St Jean Pied de Port? Según lo que recordaba del cole, el camino de Santiago comenzaba en Roncesvalles. Me sumergí en Internet, googlee en esa profundidad que lo sabe todo y, leí que muchas personas  comenzaban El Camino de Santiago en Francia, una etapa antes de Roncesvalles. Esta primera etapa del conocido Camino francés, esta considerada como la más difícil de todo el recorrido (33 etapas en total). Esta etapa tenía un extra, un añadido, todo el mundo coincidía: atravesar los Pirineos, merecía la pena. 

Desde St Jean Pied de Port a Santiago de Compostela hay 33 etapas. Sucumbí al número sagrado.  

El 25 de Julio, día del apóstol Santiago, día del no tiempo, me entregaron y sellaron mi credencial de peregrino en St Jean Pied de Port. 779 kilómetros para delante de mí, 779 kilómetros hasta Santiago. En mi mente, una pregunta…

Hogmanay, Fin de año en Edimburgo (Escocia).

¿Seré una buena peregrina?

Ahora, reconozco al Ego como aquel que formulaba tal pregunta. En realidad, que significa ser un buen peregrino: ¿Caminar?, ¿Llegar?, ¿Estar a la altura de las circunstancias?, ¿Entregarte?, ¿Ayudar? …

Me pregunto, qué estaría pasando por mi mente para llegar a realizarme esta pregunta. Las ideas “peregrinas” cuentan más de lo que parece a simple vista. Reflexioné mucho sobre esta pregunta, por el simple hecho de realizármela, tomé conciencia de que nacía de la inseguridad, y busque más en google.
En la oficina del peregrino en internet se puede leer

“Los peregrinos tienen a lo largo del Camino de Santiago oportunidad para la reflexión personal, para la oración y para el disfrute de la amistad y el compañerismo con otros peregrinos de diferentes países y tradiciones. La peregrinación es una oportunidad de renovación espiritual y de crecimiento en la Fe personal.”

Alto del Perdón.png

 ¿De dónde salió mi idea de “buen peregrinar”? Nunca me había cuestionado ser una buena Viajera Sagrada… El Camino me enseñaba incluso antes de comenzar. Estaba en el Juicio, en la Crítica…. Como muchas, poseía ideas preconcebidas de El camino de Santiago. En mí, subyacía la el concepto de “lo que debería ser”, en vez de simplemente “dejarlo ser” o “ser”.

El abanico de mis ideas preconcebidas comprendía desde en simple aprovecha a acallar tu mente, a un  “ábrete a las personas del camino”, o a disciplinas diarias como “escribe un diario de peregrino”, “conecta con los lugares”, “reflexiona”, “hazte un ogham”…

Multitud de actividades que, poco a poco, fueron cayeron para simplemente Fluir. 

Caminar, el simple hecho de caminar, te convierte en peregrino. No en un buen o mal peregrino, sino en un peregrino. Porque al caminar, dejas de juzgar al otro y, valoras el esfuerzo que esta haciendo al realizar el Camino. Enfrentarse a un largo sendero, verse a si mismo, reconociendose en el otro. Y dejas de juzgarte a ti mismo, porque comienzas a valorar cada paso de la Aventura que estás realizando. Y, realizar el Camino, Tu Camino, te convierte en peregrino. 

Según caían las etapas, (¡33 días son muchos días!), fueron cayendo mis prejuicios, mis ideas preconcebidas, mi ego…   Atrás quedaron aquellos ejercicios para acallar mi mente. Caminando, mi mente se fue acallando. Mi ser Apaciguando. Una profunda y serena sensación de sosiego me invitó a ver la vida de forma distinta.

Mi cuerpo se fue acostumbrando al camino; el diario, que comencé a escribir con gran disciplina, paso de ser una retaila de ideas en forma de telegrama, a un lienzo de inspiración donde jugaba con las palabras. ¡Hacia tanto tiempo que no lo hacía…! Jugaba, no solo con la escritura, también con la voz, con la danza, los estiramientos….Jugaba y me divertía.

 
Camino SAntiago.png
 

Y caminando, solté penas y tristezas, porque pesaban. Era más liviano caminar sin ellas. Según la luna fue avanzando en el firmamento y cambiando de forma, fui renovando mi cuerpo físico, mi cuerpo mental y emocional. Poco a poco, mi ser se fue integrando, aperturándose al ESPIRITU del Camino.

El camino me enseñó que mantener en la mente un objetivo te da un sentido global que te impulsa. Pero el día a día, lo sustenta el disfrute, en este caso, Disfrutar de caminar, del propio Camino. Como ya escribiera Constantino Kavafis “Conserva siempre en tu mente la Idea de Itaca, llegar allá es tu destino, más no hagas con prisa tu camino”. 

Al regresar al hogar, volcar en todas las facetas de mi vida lo vivido, se ha convertido en mi Santiago, en mi Itaca. A veces, como ser humano que soy, me aturullo y, es entonces, cuando pienso: Relajate y Camina, por hoy solo has de Caminar el Camino. 

Y tú, ¿Cómo han sido tus vacaciones este año? ¿has pensado alguna vez realizar el Camino?

© Susana Ortega Durán

 
 
 

Proximamente…

 
 

Artículos relacionados

 
 

Comparte