Ritmos de Gaia: Solsticio de Invierno

Llega el Solsticio de Invierno, un momento Mágico y Sagrado. La noche más larga del año, la culminación del ciclo Yin en la naturaleza. La oscuridad, la Gran Madre, nos acoge en su seno. Entrar en ella es dejar morir y partir el ciclo que ha trascurrido y tras la noche dar la bienvenida al nuevo ciclo.  Parirnos a una nueva vida. Es un momento de festejo y alegría en el que la contemplación ritual es un regalo.

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Los tres días tras el Solsticio (21 de Diciembre) el sol se detiene de su camino hacia el sur, tras los cuales cambiará de dirección y comenzará su andadura hacia el norte.  El sol ha ido menguando su calidez, los días son cada vez más cortos y su Fuerza ha sido debilitada. La Gran Diosa ha cobrado el protagonismo y durante las últimas semanas ha ido tejiendo su Magia, para ofrecernos una nueva vida.

Siguiendo el curso del año, durante el último trimestre hemos agradecido, soltado los lastres y preparado nuestro ser para el nuevo ciclo. Cerrando el anterior en consciencia plena, abrimos el nuevo sin cosas pendientes. Al orientar nuestras prácticas energéticas al ciclo terrestre nos armonizamos con Gaia y hacemos más fáciles nuestros tránsitos y retos diarios.

Para mí, el solsticio de invierno habla de quietud, atención consciente, contemplación, meditación, profundidad, entrega, y renacimiento.

Me gusta contemplar el atardecer anterior al momento del solsticio, esté donde esté, y se ha convertido en una tradición. Mientras veo caer el Sol, respiro con él y en él, mientras me despido del ciclo que queda atrás. Agradezco estar ante una puerta y soy consciente de que algo termina….

Tras la puesta de sol retorno a mi hogar y entro a oscuras en la estancia donde se encuentra mi altar. En la oscuridad,  medito sintiendo la noche en mí, sintiendo la potencia Yin que se encuentra en ella y en mi ahora, sintiendo la Energía de la Gran Madre a  mi alrededor, me entrego a ella. Soy consciente de que soy parte del flujo vital de Gaia, me dejo caer en sus brazos sin preocupación alguna, me rindo ante ella. Así puedo estar un largo rato y cuando creo que es el momento adecuado, activo mi plexo solar y siento como se enciende a la altura del corazón una luz, al sentirla vibrar tomo total conciencia de la misma y manteniendo este estado de conciencia enciendo una vela. Símbolo de mi renacimiento.

Por la mañana, intento levantarme al alba y festejar que el Sol ha regresado y que el nuevo ciclo ha comenzado. A veces lo hago solo el día del solsticio y otras los tres días mientras que el sol está quieto. Es un acto sagrado, un ritual que me permite recordar y afianzarme en mi ser que me ayuda a recuperar mi energía completamente.

El entorno tiende a sacarnos de nuestra quietud, y los inputs de las comidas y compras navideñas no ayudan a sentir la tranquilidad máxima que estas noches ofrecen. Sin embargo, antes de meterme en los días familiares que vendrán, en la alegría del mazapán y la felicidad de los reencuentros, hago de mi hogar un templo y me regalo al menos esta noche de quietud en total entrega a la Oscuridad, a la Madre y a la Gran Diosa.

Feliz Solsticio de Invierno

© Susana Ortega