Avalon, mi experiencia

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Chalice

En mayo de 2010 estaba muy ilusionada organizando el viaje que llevaba años deseando realizar. El año anterior me había comprado un coche grande, y con él nos proponíamos ponernos dirección norte e irnos a la Bretaña francesa. Había liado a mis dos hermanas y una amiga más. Las 4 chicas y un planazo, 15 días recorriendo Francia.

Bueno, eso fue hasta que se me cruzaron los cables. La verdad es que sigo sin entender cómo ni por qué pasó. Vi una foto de Stonehenge anunciando un viaje, y se quedó abierta la revista por esa página varios días en la mesa del salón.

Un lunes por la mañana le envié un e mail a las otras integrantes del viaje: yo dimito, no voy, os ayudo en lo que haga falta para coordinar vuestro viaje pero no contéis conmigo… Y ese fue el fin de mi viaje a la Bretaña, pero también el inicio de una maravillosa aventura personal.

Toda la energía de la tierra en este vórtex

Cuando me armé de valor y gestioné la reserva quedaban 3 plazas y no sabía si iba a llegar a tiempo. En el momento en el que me dijeron que tenía plaza, se me vino el mundo encima. Estaba acostumbrada a ir de viaje con gente, con mi gente. Había viajado sola, pero por trabajo con una tarea fija, no de vacaciones. Y de repente yo sola me había metido en el lio de irme de viaje con un grupo, pero sola. ¿Y ahora qué? ¿Y cómo? Qué montón de cosas y de agobios.Que si no va mi hermana que es como un paparazi  me tengo que llevar una cámara de fotos, que a mí me ha gustado la foto de Stonehenge, pero ¿y el resto del viaje? ¿Allí que hay?

Con una mirada retrospectiva a día de hoy sé que fue un gran acierto.

Soy muy escéptica, y lo confieso, no me creía que me iba de vacaciones hasta que ese lunes por la tarde en la terminal del aeropuerto aparecieron dos personas repartiéndonos los dossiers del viaje (billete, documentación…). Antes, mientras les estaba esperando aún pensaba “te has equivocado, has hecho el primo y te han tangado, y vas a quedarte sin vacaciones” (mi positivismo lo reconozco no estaba en su mejor momento…) Pero no fue así. Fue mágico. Normalmente me cuesta mucho tratar con gente nueva, sino tengo “tema” (no es alguien del trabajo, alguien de un curso,… algo común por lo que pueda enganchar) y allí estábamos, unos cuantos cuya única cosa en común es que embarcábamos en el mismo vuelo para realizar juntos el mismo viaje y estábamos tan ricamente de palique desde el momento que pasamos el control… ¡Vale, esto pinta bien!

Al llegar al destino del vuelo ¡nos fueron a recoger! Otra persona estaba allí además de quien había venido en nuestro vuelo, y aunque era muy tarde estaba allí para recibirnos. ¡Yo flipé! Me hizo gracia, esta persona coordinaba el grupo… y o bien se preocupaba mucho, o estaba acostumbrada a controlar a despistados. ¡Nunca me he sentido tan bien cuidada en ningún viaje! Por si no habíamos comprado comida en el aeropuerto incluso nos había dejado un tentempié en la habitación, ya que a esas horas estaba todo cerrado. ¡Ay va! Parecía que aunque mi madre estuviera en Madrid nos había enviado una delegación. Bromas aparte, sentir que “no estaba tan sola” me permitía verlo todo con ojos abiertos y dispuesta a dejarme sorprender.

No conocía previamente la agencia con la que había contratado el viaje. Y pronto me iba a enterar. Los viajes son para ver y conocer, no para dormir y descansar… y además si vas en grupo, no es para ir “a tu bola”. El madrugón del primer día, el paseo y la primera reunión de grupo a mí me dejaron loca. ¿Y esto? Yo no sabía a qué había ido a ese viaje, seguía sin saberlo, y a pesar de sorprenderme mucho por el formato del viaje estaba encantada.

Esa primera mañana la pasamos en un jardín, era un jardín de cuento, y me sentía feliz. Hacia un tiempo como jamás pensé que iba a disfrutar en Inglaterra, y estaba en el paraíso de los duendes y las hadas. Antes de darme cuenta la magia me iba enganchando, las personas del grupo nos íbamos integrando y estaba en “La Gloria”, todo me parecía bien.

A lo largo de los 6 días del viaje, camine más de lo que me hubiera imaginado, disfrute de historias que no conocía. Nos tenían entretenidos, cuando tocaba autobús, nos cuentan leyendas y cuentos, si tocaba esperar, algo especial también… y así se pasaban los días, aprendiendo y disfrutando.

Cuando me quise dar cuenta, habían pasado los 6 días, solo había “contactado” con mi familia más directa y con un amigo, que sorprendentemente había estado pendiente de mí casi todos los días del viaje.

Hacer este viaje ha sido para mí un regalo, un regalo por conocer gente maravillosa con la que a día de hoy aún tengo contacto y el privilegio de considerarla amiga, un regalo por la ventana que abrió a mi imaginación y mi corazón. Y un regalo porque me conectó.

Me conectó con muchas más cosas de las que yo podía pensar en un principio. Me conectó conmigo misma, con dejarme vibrar con aquello que me resuena aunque no sepa, porque ya lo sabré. Y me conectó con aquel amigo de una manera especial, y a día de hoy es mi compañero de camino.

Elisa