Tierra Sagrada

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Siente la Tierra

siente a Gaia

La Tierra es Sagrada. En ella todo está vivo, conectado e interrelacionado; todo tiene conciencia y esencia propia. Gaia es el ser que acogió a la humanidad en su seno, para su desarrollo y evolución. La Tierra, al igual que las estrellas, los planetas o las  galaxias, es la parte física y visible de este bello ser. Ella también es un Ser planetario en un Universo donde existen otros seres planetarios y Seres estelares.  Las antiguas culturas personificaron a este ser y le honraron como una “Diosa”.  Y es que sus cualidades están asociadas con la naturaleza femenina; se la conoce con el nombre de Gaia, la Diosa de la Tierra en la Mitología Griega;  pero también es llamada con otra multitud de nombres: Pachamana, Madre Tierra, Kumar…, tantos como antiguas tradiciones.

“En el principio era el Caos. Un desorden primordial lo rodeaba todo, lo impregnaba todo, de manera que no era posible distinguir la tierra de las aguas, la noche del día, ni la luz de las sombras. Todo estaba vacío y la nada, previa a la creación, impedía la generación de los elementos del mundo. Más, con el tiempo, nacieron Gea – Gaia - (la tierra, la del amplio pecho, sede siempre segura de los inmortales que habitan las nevadas cumbres del Olimpo, y Eros (el amor), el más hermoso entre los dioses inmortales, aquel que afloja los miembros y cautiva a todos los hombres y a todos los dioses el corazón y la sensata voluntad en sus pechos. “

Si contamos desde que nuestros antepasados los primates surgieron en la tierra, han pasado 70 millones de años. Durante todos estos millones de años nuestro cuerpo físico y energético ha evolucionado con el planeta, para un mejor aprovechamiento de nuestro entorno. Podemos decir que nuestros diversos cuerpos han ido desarrollando diversas “aplicaciones” y procesos para ello. A veces nuestro comportamiento nos separa de esta evolución y nos “desconectamos” de nuestra constitución. Sin embargo ella está aquí para nosotros, es como una madre que procura lo mejor para cada uno. Entre la Tierra y el ser humano existe una comunión (aunque muchas veces actuamos como un parásito en vez de como seres simbióticos), y es parte de nuestro instinto innato su cuidado.

La naturaleza de la Tierra nos envuelve y sana. Cada parte de ella, tanto las montañas como los mares y los ríos poseen diversas cualidades que son beneficiosas para el ser humano. Los baños de bosque, que tan de moda están ahora, son parte de la nutrición que ofrece,  limpiando el aura, despejando la mente o aumentando la creatividad. Sus ritmos son nuestros ritmos. Todos danzamos la música que suena en el Universo, y en la Tierra está música está acompasada por las mareas energéticas que en ella se dan (de estas mareas escribiré en próximos artículos).   

Yo siento a Gaia como madre y sé de su ayuda para tanto nuestra evolución individual como nuestra evolución como humanidad. Escuchar su voz hace que todo resulte más fácil y sencillo.  Su vestimenta, es decir la naturaleza, es regeneración tanto a un nivel físico como mental y emocional. Ella favorece la conexión con la divinidad y con tu ser superior. Tengo el convencimiento que nos prepara para el futuro al ritmo que cada uno necesitamos, a la vez que prepara a la humanidad en su conjunto. Y es su autorregulación la que aunará nuestra evolución a la suya propia.

Este artículo es el principio, de lo que espero sean muchos, para una profundización en el conocimiento de Gaia, de su estructura energética, de sus caminos, de sus lugares Sagrados… Conocerla es amarla y es una manera de favorecer y co-participar con ella tanto en nuestra evolución y como en la del Planeta.

Con Amor en el sacerdocio a Gaia

© Susana Ortega

www.viajessagrados.com 

La tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. El hombre no tejió la trama de la vida. Él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo.
— Jefe Nativo Americano Seatle en su Carta al presidente Franklin
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