La isla Sagrada de Iona

Abadía iona

Iona es una isla de poniente, orientada al oeste, que le da su carácter sacro. En tiempos neolíticos y también celtas esta orientación era importante para el significado mágico de la tierra. Su situación muestra que el otro mundo es cercano y más fácilmente accesible.

El tiempo se detiene. Es un tiempo fuera del tiempo donde lo sagrado es tangible y el velo que separa los mundos desaparece. Uno contacta con lo sagrado de una forma natural y espontánea. Muchos son los que han compartido esta sensación y es que el alma se despierta y la creatividad se derrama en esta bella isla.

El nombre de Iona actual parece que es un error ortográfico de la palabra IOVA, “isla del tejo”. El tejo es un árbol sagrado importantísimo en la cultura celta, asociado con el más allá, la muerte, las iniciaciones y el paso entre mundos, con lo que este mismo nombre también nos habla del poder de esta isla. La transformación que realiza es completa, pues acceder a ella es lanzarse de lleno a sentir las fuerzas ocultas que trabajan a nuestro favor.

El paisaje de Iona es espectacular. Las palabras que lo definen son: tranquilidad, creatividad y trascendencia. Aunque la isla es pequeña, el agua del mar rodea sitios muy mágicos. La hermosa abadía es un lugar sagrado que toca el corazón y el alma de quien la visita.

Además de paseos con gran belleza en la playa y la bahía, cada espacio cuenta con diversas leyendas, creencias y tradiciones mágicas. Un lugar para subir es la colina Dun, el punto más alto de Iona con apenas 101 metros y que es parte de una antigua fortaleza de la edad de hierro. Otro lugar para visita es la colina de las hadas o cerro de los ángeles  (Sithean Mor), y por su nombre es fácil adivinar su relación con el mundo mágico de las hadas y los seres elementales. También existe aquí el pozo de la eterna juventud, lugar sanador que está ligado a la Diosa Brigid de la cual se dice que, en el solsticio de verano, se acerca para verter sus poderes sanadores sobre el agua. Y por último bien cabe nombrar la isla de Staffa, que se encuentra enfrente de Iona y donde se cree que hay una entrada hacia otro mundo…

Desde el punto de vista geográfico Iona es una pequeña isla situada al suroeste de la isla de Mull, en la costa Oeste de Escocia. Esta pequeña isla se separa de la isla más grande a través de una estrecha franja de agua y queda al poniente, como cualquier isla mágica que se precie. Y es que el suspiro de la creación está contenido en ella. Sus rocas son consideradas de las más antiguas de la tierra, su energía es muy primitiva y poderosamente creativa. A pesar de su pequeña dimensión (2.4 kilómetros ancho por 5 kilómetros de largo), su energía es generadora de cambios maravillosos en la mente y en el cuerpo humano.

Desde el punto de vista histórico, esta isla tiene sus raíces en un pasado muy lejano y seguramente fue considerada sagrada desde épocas prehistóricas. La isla era conocida como “Innis na Druineach” o “isla de los druidas” y se tiene la creencia de que fue un centro de aprendizaje para los druidas.  Aylett Sammes (1676) afirmaba que Escocia era el asiento original y capital de los druidas y, para el investigador escocés Lewis Spence,  Iona era el centro neurálgico druida en Escocia.

En el año 83 DC Demetrio de Tarso fue encargado dibujar un mapa sobre Escocia. Demetrio indicó que había encontrado una isla refugio para hombres santos que eran considerados inviolables por los pueblos del área. Muchos autores creen que se refieren a la maravillosa isla de Iona. Y es que el poder de esta tierra ha sido siempre maravilloso y no solo desde ahora.

Esta isla tan pequeña ha tenido una gran influencia en la historia de Escocia. En el 563 San Columba se establece en la isla, desde donde comienza su evangelización de esta tierra inhóspita. Durante los siguientes 250 años los monjes escribieron registros históricos, poemas, oraciones y tallaron grandes cruces en piedra. El libro de Kells, un manuscrito iluminado, fue creado en Iona y trasladado a principios del siglo IX a Irlanda, cuando los vikingos atacaron la isla.

En el siglo XIII los benedictinos construyeron un gran monasterio seguido de un convento de monjas. Con la reforma del siglo XVI desaparecieron ambas comunidades, aunque se cree que la de mujeres se mantuvo oculta en una cueva dentro de la propia isla.

En 1938 el reverendo Geroge Mccleod se traslada a la isla y reabre una comunidad cristiana, pero con una apertura total a todo tipo de cristianismo y espiritualidad. Las puertas de la isla se reabren para el peregrino espiritual e Iona empieza a acoger a viajeros que sienten su magia eterna.  Este acto realiza una apertura en Iona, que empieza a hacer oir su llamada a numerosos peregrinos para sentir esta tierra.

En la actualidad  Iona cuenta con 130 residentes y no es permitido el trasiego de coches que no sean de la Isla. La tranquilidad invade el paisaje y el alma de los que habitan esta ínsula. El paisaje, además de belleza, contiene 400 especies de plantas y muchas de ellas se han utilizado tradicionalmente en la curación. La natura no solo limpia el aura, si no que se ve envuelta en una energía revitalizadora y sanadora. Además de plantas, es fácil ver diferentes tipos de pájaros, focas e incluso ballenas y delfines acercándose a su costa.

Un punto de vista totalmente diferente es el de aquellos que, a través de registros akáshicos, indican que Iona fue habitada por una comunidad mística tras el cataclismo de la Atlántida. Los Atlantes denominaron a Iona como Aberuk o “lugar distante del corazón”. Aquí llegaron los hiperbóreos desde una región del norte antes de la caída de la Atlantida y llamaron al lugar Iume, “Tierra Brillante”. Así, Escocia formó parte del continente antes de que Atlantis desapareciera en las profundidades. Iona no sería en este momento mucho más grande de lo que es hoy, sin embargo, su esencia está viva y activa.

Existe una predicción gaélica que dice que quien va a Iona una vez, no solo visitará esta vez la isla, si no que lo hará tres veces. La isla sobrecoge; al peregrino, al anticuario, al artista… da igual como vengas, su energía palpita….

©Susana Ortega